A CEDRO utilitzem cookies pròpies i de tercers. En concret, utilitzem cookies tècniques que garanteixen el funcionament correcte del lloc web, com poder gestionar adequadament les sessions; i cookies analítiques que, si s’accepten, analitzaran els
seus hàbits de navegació, així com l’ús del lloc web en general, per recopilar estadístiques que permetran millorar els nostres serveis i mostrar-li contingut útil. En fer clic a “Acceptar”, accepta totes les cookies del lloc web. D’altra banda, pot rebutjar l’ús de cookies, o bé canviar-ne la configuració i acceptar el tipus de cookies que s’instal·laran al seu navegador, sempre que vulgui, si fa
clic a “Configurar les cookies”, sense perjudici del fet que existeixen cookies d’acceptació obligatòria, perquè són necessàries per al funcionament correcte del lloc web de CEDRO Disposa de més informació a la nostra Política de cookies.
Són necessàries per garantir el funcionament del web, ja que garanteixen, entre altres funcionalitats, l’accés a àrees segures, o el control de les cookies que ha acceptat.
Aquestes cookies són les que, tractades per nosaltres o per tercers, ens permeten, entre altres funcionalitats, fer el mesurament i anàlisi estadística de l’ús que els usuaris fan del nostre lloc web. Per fer-ho, s’analitzen els seus hàbits de navegació
al nostre lloc web amb la finalitat d’optimitzar el servei ofert, així com per proporcionar-li millors continguts i gestionar adequadament les sessions amb l’objectiu de recordar-lo en iniciar sessió. Aquestes estadístiques es fan de forma
agregada i no individualitzada. Aquestes anomenades cookies d’anàlisi no s’eliminen automàticament quan surt del nostre lloc web. Només s’emmagatzemen si les accepta, amb una durada màxima de 24 mesos.
Aquestes cookies ofereixen la possibilitat de connectar-s’hi i compartir continguts amb els usuaris de les xarxes, i obtenir informació sobre l’ús que fa dels nostres comptes en xarxes socials.
Este nuevo reglamento, entre otros aspectos, desarrolla e interpreta los siete criterios que la reforma de Ley de Propiedad Intelectual (LPI), que entró en vigor en enero de 2015, estableció para que las entidades de gestión establezcan las tarifas por las que se remunera a sus representados por el uso que de sus obras se hace en determinados sectores.
Según Javier Díaz de Olarte, responsable del Departamento Jurídico de CEDRO, «Tal y como viene ocurriendo con las últimas normas dictadas en materia de propiedad intelectual, y muy especialmente en lo relativo a la gestión colectiva de derechos, esta Orden no tiene en cuenta la especificidad de la obras textuales y de su gestión colectiva».
Para Díaz de Olarte la metodología que se ha establecido para fijar las tarifas está pensada para el uso de otro tipo de obras, como las musicales o las audiovisuales, «pero no para la fotocopia y la copia digital del libro, los periódicos, las revistas y las partituras», y destinada para otro tipo de sectores ajenos al uso de obras textuales.
Entre los siete criterios que establece la ley y desarrolla esta OM se encuentra el de «ingresos económicos obtenidos por el usuario por la explotación comercial del repertorio». La práctica totalidad de los usuarios que llevan a cabo explotaciones de las obras textuales -por ejemplo, el sector educativo o los departamentos de documentación- reproducen libros y otras publicaciones de un modo accesorio y colateral a su actividad principal. Por ello, asegura el responsable del Departamento Jurídico de CEDRO, «no resulta posible valorar los ingresos económicos obtenidos por este tipo de usuarios por la explotación comercial del repertorio gestionado por nuestra Entidad, ya que esa explotación comercial no existe».
Otra de las especificidades del sector editorial que no se ha tenido en cuenta es la imposibilidad de verificar y contrastar la utilización que se hace mediante la fotocopia y la copia digital de las obras textuales, puesto que en la mayoría de las ocasiones esta actividad se lleva a cabo en espacios de acceso no público y en entornos digitales cerrados.
En relación con este asunto, Javier Díaz de Olarte explica que esta condición impide que se pueda aplicar la definición que la Orden aplica al criterio de «grado de uso efectivo del repertorio en el conjunto de la actividad económica de usuario». A su juicio, no se establecen mecanismos para poder verificar este tipo de utilizaciones y «se aplica a la gestión colectiva del sector del libro normas pensadas para otros sectores donde es más sencillo llevar a cabo comprobaciones, como pueden ser las salas de cine o las emisoras de radio».
Otro de los problemas de esta Orden del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que plantea Díaz de Olarte es que obliga a disponer de tres tipos de tarifa para cada categoría de usuario, en función de los siete criterios exigidos por la LPI. Al no ser posible establecer todas estas tarifas, será necesario justificar esta imposibilidad a través de estudios e informes, lo que supondrá un incremento considerable de los gastos de gestión de la Entidad.
El responsable del área jurídica de CEDRO afirma que se trata de una metodología compleja, intervencionista en la gestión de las entidades y que «limita la autonomía de los titulares de derechos para poner un precio al uso de sus obras».
© Shutterstock
2024 © Centro Español de Derechos Reprográficos