Madrid, 06/02/2025. Javier Feito es Coordinador de Opositta Asturias, un centro especializado en la preparación de oposiciones para maestros, profesores de secundaria y formación profesional que, desde 2024, cuenta con una licencia concedida por CEDRO.
El equipo de Opositta, formado por docentes y expertos, ofrece una formación personalizada y enfocada en la optimización del estudio y las habilidades de exposición. También prepara aspirantes a bolsas de Técnicos Superiores en Educación Infantil.
Hoy, analizamos, de la mano de Feito, cómo ha evolucionado este sector, así como la importancia de respetar los derechos de autor.
Pregunta: ¿Qué aspectos cree que hacen que Opositta se destaque frente a otras academias dedicadas a la preparación de oposiciones?
Respuesta: Un aspecto clave que nos diferencia es que, aunque la competencia sigue nuestro modelo y sistema de preparación, nosotros no nos limitamos a replicar a nadie. En su lugar, apostamos por la innovación constante para mejorar cada día y ofrecer siempre lo mejor. Los resultados de aprobados hablan por sí solos, año tras año.
Publicamos nuestros temarios con ISBN, garantizando el respeto a los derechos de autor. También respetamos escrupulosamente la normativa de protección de datos, sin cesión alguna a terceros.
P: ¿Cómo ha evolucionado el perfil los y las opositoras en los últimos años? ¿Se ha notado un incremento en el interés por las oposiciones desde la pandemia?
R: El perfil no ha variado en exceso, la mayoría siguen siendo opositores recién egresados o ya interinos. No obstante, ya antes de la pandemia se iba observando un aumento de personas que procedían de la empresa privada que, o bien habían cesado su actividad (como consecuencia de cierres, despidos, etc.) o habían decidido dejar la empresa privada para iniciar una nueva carrera profesional en el sector público. Este hecho aumentó la edad media de los opositores. Tras la pandemia, la implementación de un sistema profesional de videoconferencia fue clave para nuestra actividad. Así pues, actualmente contamos más alumnado que vive en diferentes partes del mundo y que se forma de manera virtual.
P: En su actividad diaria, trabajan con materiales como libros de texto, artículos académicos y recursos educativos que están protegidos por derechos de autor. ¿Qué papel tiene Opositta en promover un uso respetuoso de estos materiales entre su alumnado y personal docente?
R: En Opositta, además de ser consumidores educativos, somos editores. Consideramos que el respeto por la propiedad intelectual es esencial, como una marca de calidad para Opositta. De igual modo que se paga la consulta de un médico o el proyecto de un aparejador o el pan al panadero, los autores y editores viven de su trabajo. Por ello, el respeto a su labor es total.
P: Desde su perspectiva, ¿qué beneficios aporta a los centros de formación como Opositta contar con herramientas como las licencias de CEDRO para garantizar el cumplimiento de la normativa de propiedad intelectual?
R: En Opositta creamos y preparamos a futuros docentes que, a su vez, serán los maestros y profesores de las generaciones futuras. Respetar los derechos de autor, de la misma forma que se respeta y paga el trabajo de cualquier profesional, es la mejor semilla para inculcar a las futuras generaciones el valor por el trabajo intelectual.
P: ¿Cree que estas licencias pueden también jugar un papel pedagógico en la concienciación del alumnado y el personal sobre la importancia de proteger el trabajo de terceros?
Sí, por supuesto. Como mencionaba antes, debemos predicar con el ejemplo. Un escritor tiene los mismos derechos que cualquier otro trabajador de un sector no cultural. Cuando vamos a un restaurante abonamos la cuenta de lo que hemos consumido. Consumir libros es lo mismo.
P: ¿Qué otros pasos creen que deberían tomarse para fomentar un uso más respetuoso y consciente de los materiales protegidos por derechos de autor?
R: Se podrían llevar a cabo campañas de sensibilización que pusieran el foco en estos aspectos. Podría consistir en anuncios que subrayen la importancia de pagar por estos servicios, recordando que, al igual que nadie se marcha de un restaurante sin abonar la cuenta, tampoco se debería dejar de pagar a profesionales como autores y editores.
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