ASA aseguró en un comunicado público que el funcionamiento de estos sistemas informáticos no es transparente y que, además, las empresas tecnológicas se benefician del trabajo de estos creadores
sin remunerarles por el uso de sus obras.
El periódico estadounidense The Atlantic publicó recientemente la integración de 183.000 títulos piratas en una base de datos llamada Books3. Estos títulos, obtenidos de forma ilícita, se incluyeron en este banco destinado a alimentar sistemas de Inteligencia Artificial, a partir de los cuales generarían otros contenidos.
De hecho, esta misma cabecera también habilitó un buscador que permite saber qué libros o publicaciones se integran en esta base de datos. Con ello, muchos autores, incluidos españoles, descubrieron que sus contenidos originales estaban siendo utilizados sin autorización.
Esta información llega en un momento en el que varios autores tienen causas abiertas contra grandes empresas tecnológicas, como es el caso de OpenAI, Meta o Google, por, precisamente, emplear sus publicaciones en el aprendizaje de estos sistemas de Inteligencia Artificial Generativa.
La directora general de los autores australianos, Olivia Lanchester, se pronunció al respecto: «Se trata de justicia. Los desarrolladores se valen de la propiedad de los autores para construir sistemas de inteligencia artificial poderosos y revolucionarios. No han pedido permiso. Por tanto, el mensaje que se envía a los autores es que su trabajo ha sido esencial en el desarrollo, pero no se les va a pagar por ello. Las compañías tecnológicas cobrarán a los usuarios por el uso de sus productos, pero no remunerarán el trabajo que lo ha permitido».
Además, Lanchester subrayó que se está perdiendo la oportunidad de desarrollar estas herramientas «de forma ética, transparente, con permiso y remunerando a los titulares de derechos, creando nuevas oportunidades para las industrias creativas».
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