Esta norma, pionera en materia digital, persigue el buen funcionamiento del mercado único digital. Para ello, establece una serie de obligaciones que deben cumplir aquellas plataformas (buscadores, navegadores, redes sociales, intermediarios en línea, algunos servicios de mensajería, entre otros), que actúan como «guardianes de acceso» , conectando a usuarios profesionales con usuarios finales de la UE.
El reglamento tiene como objetivo evitar que estos «guardianes de acceso» impongan condiciones injustas o discriminatorias a las empresas que dependen de sus servicios de intermediación y a los usuarios finales. Así, deben garantizar, por ejemplo, que los usuarios finales puedan cancelar fácilmente su suscripción a los servicios básicos o desinstalar otros de la plataforma. Asimismo, prevé que los «guardianes de acceso», tengan la obligación, en determinadas circunstancias, de garantizar la interoperabilidad de sus servicios con servicios de terceros.
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