18/11/2025
La filosofía es ya innegociable
En uno de sus diálogos más dramáticos, el Gorgias, Platón narra cómo un tal Calicles, acorralado por el genio de Sócrates, abandona el diálogo racional y se burla de su pasión por la filosofía, diciéndole que tiene su encanto en la juventud pero que resulta ridícula y vergonzosa en un hombre adulto, que debería dedicarse a asuntos más útiles y respetables. 2400 años después, seguimos evitando la filosofía, posponiéndola todo lo posible para cuando hayamos lidiado con «lo importante», con «lo urgente». No nos damos cuenta de que la filosofía es ya innegociable, si es que dejó de serlo alguna vez.
Pues esta es una verdad incómoda: no hay nadie que esté sin filosofía. Hasta la persona más contraria a la misma (como Calicles) vive su vida según una serie de presupuestos que son de naturaleza filosófica: según una imagen filosófica del mundo, del ser humano y de la vida lograda que lo orienta inconscientemente en las decisiones del día a día. Por eso, la filosofía no tiene alternativa; o mejor, su única «alternativa» es una filosofía no pensada. Dicho de otra manera, sólo se puede escapar de la filosofía cayendo de pleno en la filosofía de otras personas, aquella que haya conseguido ponerse de moda, por la astucia del Poder, en el lugar y el momento histórico en el que te haya tocado nacer.
Un peligro de lo más actual. Y es que hoy estamos rodeados de filosofías que se esconden. «Yo no soy filosofía», nos dicen. «Soy ciencia. Soy sentido común. Soy evidente. Soy tradición, revelación, compasión. Soy la única opción racional». En una sociedad cada vez más polarizada y presa de tendencias tribalistas, necesitamos otra vez el incordio socrático de la filosofía. De la filosofía que pregunta y cuestiona, de la que no cree en vacas sagradas. Porque lo único que puede desenmascarar las filosofías que nos cuelan es la propia filosofía. He ahí la paradoja: sólo la filosofía puede salvarnos de la filosofía.
Por eso es ya innegociable. No podemos postergarla más. Frente a los que quieren acallarla, hay que filosofar. Frente a los que quieren apropiársela, hay que filosofar. Frente a los Calicles de este mundo, hay que filosofar. No hay otra vía a la emancipación intelectual.
¡Viva la filosofía!




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