
29/07/2025
Notas sobre los impactos positivos de la lectura en nuestras vidas
Por Luis González, director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez
Los beneficios de dedicar un tiempo de nuestras vidas a la práctica de la lectura son bastante numerosos y alguno de ellos pueden llegar a resultar sorprendentes. Con el fin de evitar confusiones y digresiones emocionales puede ser útil comenzar este texto con una enumeración de los principales impactos demostrados que son beneficiosos por el acto de leer:
Es la clave fundamental para el éxito en la trayectoria educativa.
Si se contempla como una forma de ocio es un factor de equilibrio en un contexto digital y completa la vida de las personas.
Es una herramienta generadora de riqueza en la sociedad de la información.
Es una actividad que fomenta la salud neuronal del cerebro.
Es un activo para el desarrollo del pensamiento crítico e individual.
Pero esta mirada puede hacerse en un doble sentido: los efectos de la lectura sobre ciertas variables, pero también el impacto de otras variables sobre la lectura. Así pues, además de reflexionar sobre los efectos de la lectura la Fundación Germán Sánchez Ruipérez lleva mucho tiempo trabajando por desentrañar las variables que inciden en la relación de las personas con la lectura, tanto desde la perspectiva de su voluntad de leer como desde la dimensión de las competencias lectoras. Desde este enfoque hace unas semanas recibí un mensaje de un amigo en el que me hacía llegar la publicación de su última investigación sobre un posible efecto de una actividad dirigida a niños sobre sus futuras competencias lectoras y el progreso en el aprendizaje en la escuela. Con esta referencia quisiera mostrar la utilidad de un análisis integral de la lectura, es decir, que estudie las variables que inciden sobre ella y las variables sobre las que la lectura tiene un impacto.
Este amigo es Emanuele Castano, autor de la emblemática investigación que la revista Science publicó en 2013 sobre el impacto positivo de la lectura de ficción literaria sobre la teoría de la mente1. Si esa investigación demostraba un beneficio de la lectura, su más reciente investigación ha superado el terreno de los estudios precedentes en torno al efecto de un contexto de lectura en el hogar sobre las competencias lectoras y de aprendizaje y se ha centrado en el impacto de leer en voz alta a los niños y la mejora de la inteligencia. Castano y los investigadores que forman parte de este estudio parten de la constancia de que a través de los cuentos los humanos adquieren conocimiento declarativo y procedimental, y aprenden las habilidades que sustentan el aprendizaje.
Decimos con toda tranquilidad que las investigaciones demuestran que leer cuentos a los niños mejora sus habilidades de lectura y lenguaje. Si esto ya no es rebatible, resulta sorprendente que las familias o los servicios públicos no se vuelquen cada día en esta actividad. Quizás el esfuerzo de este grupo de investigadores2 ayude a resaltar el valor de la lectura. Para analizar si la lectura de historias mejora directamente la inteligencia (insisto, no solo las competencias lectoras) han realizado tres investigaciones experimentales controladas y de carácter longitudinal (mediante muestras aleatorias /N = 626, 254, 195/ en escuelas primarias y secundarias italianas). Durante un período de cuatro meses, la mitad de los participantes sustituyó una hora diaria de actividades de instrucción lingüística estándar por la lectura de cuentos en voz alta a cargo de un profesor. En comparación con quienes continuaron con las actividades de instrucción lingüística, los niños a los que se leyó en voz alta mostraron un mayor aumento en dos pruebas de inteligencia centradas en el conocimiento de las cosas y las habilidades de pensamiento.
Hace mucho que sostenemos que la lectura es la llave para la educación porque es cierto que la escuela es clave para crear lectores en combinación con otros factores, pero también lo es que la lectura es la llave para un aprendizaje de calidad.
La psicología cognitiva (Ferreiro y Teberosky, 1979) y la neurociencia actual (Blakemore y Frith, 2007 y, desde otro enfoque, Dehaene y Cohen 2015)3 han demostrado que la capacidad de adquisición de los mecanismos de la lectura es enorme en las primeras edades. Cuando los estudiantes son lectores competentes se convierten en protagonistas de la formulación y verificación de ideas sobre los conocimientos que se les ofrecen en forma de texto; los estudiantes pasan a tomar el control de su propio aprendizaje.
La segunda dimensión apuntada al principio de este texto se refería a que la lectura es la forma de ocio que completa de un modo más radical la vida de las personas, porque genera una revelación que tiene la capacidad de transformarnos y de enriquecernos como individuos. Antonio Basanta4 dice que «Leer es siempre un descubrimiento. De autodescubrimiento» y esta faceta consolida a la lectura como el disfrute cultural de mayor calidad y trascendencia para las personas. La inmersión en la lectura de una historia supone una cierta suspensión de la autoconciencia, un paréntesis en el curso de los acontecimientos de la vida de las personas, que puede significar un alivio psicológico y un elemento coadyuvante a la solución de trastornos emocionales.
De un modo complementario la lectura lineal, «inmersiva» y sin interrupciones que ofrece un libro -especialmente de ficción literaria- es un remedio eficaz para contrarrestar la sobrecarga digital.
En tercer lugar, la lectura genera riqueza económica en nuestra sociedad porque las destrezas lectoras se han convertido en el instrumento estratégico fundamental en la economía digital. La lectura reúne competencias para la cualificación de los trabajadores: comprensión lectora, capacidades de expresión escrita y verbal, talento para convencer, así como conocimiento y empatía con otras culturas. Estas destrezas conforman la caja de herramientas que sirven para transformar a la materia prima fundamental del siglo XXI, la información, en crecimiento económico y creación de riqueza.
La OCDE identificaba una correlación entre manejo la información -literacy- con el acceso a un mejor puesto de trabajo5. El valor de la lectura en esta era exponencial reside en que un trabajador dotado de altas capacidades lectoras puede llegar a «reinventarse» cuando su carrera profesional lo exija debido a las transformaciones de la economía. Es muy acertada la idea de Irene Vallejo en torno a la fragilidad de la especie humana porque «Nuestra auténtica fortaleza es creativa.»6
En cuarto lugar, señalábamos que la lectura fomenta la salud del cerebro porque es una actividad exigente y por esta razón las investigaciones neurocientíficas muestran que genera reserva cognitiva, nuevas conexiones neuronales que previenen enfermedades derivadas de la degeneración cerebral. Si un texto es un conjunto de manchas de tinta, es el cerebro del lector quien debe construir el significado7, contribuyendo activamente al proceso, porque lo que extrae del texto se basa en lo que ya conoce y esta es la sustancia de las complejas operaciones cognitivas que activan las neuronas cada vez que se lee.
Si se ha afirmado que a través del ejercicio de la lectura «llevamos la contraria a la naturaleza»8 porque se van creando continuamente nuevas sinapsis, es legítimo pensar que la lectura es una actividad de fortalecimiento neuronal.
Y, por último, la lectura estimula el pensamiento crítico, dinámica que permite al ciudadano tomar decisiones y ejercer sus derechos con criterio personal y libre, delimitando lo que son opiniones de lo que son hechos. Nuestra fundación está volcada en el desarrollo de un proyecto experimental en torno al desarrollo lector y las actitudes democráticas.
Foto: Shutterstock
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