15/03/2016
Derechos de autor: 8 escritores y sus razones
¿Por qué es importante respetar los derechos de autor? ¿Qué supone para los creadores recibir parte de los rendimientos que su obra genera? Pues bien, el Foro Internacional de Autores (IAF) ha querido dar respuesta a estas preguntas y lo ha hecho de una forma sencilla: dándoles directamente la palabra.
En el documento El copyright funciona han recogido la experiencia de ocho autores de diferentes países de los cinco continentes. Sus testimonios reflejan hasta qué punto es importante para un escritor poder cobrar sus derechos de autor. Ninguno de ellos se opone a que su obra se conozca y reciba un uso secundario, siempre y cuando el tiempo que emplearon en crearla se vea recompensado.
En la presentación, John Degen, presidente de IAF, considera que existen muchas razones por las cuales parece razonable desarrollar excepciones al copyright para conceder libre acceso a las obras creativas. «¿Cuál es el problema, entonces?», se pregunta. Y responde a continuación: «El problema es que para cualquier decisión que ustedes estén pensando hay que proteger el derecho fundamental del autor de ser pagado por cualquier uso de su obra». Un derecho que, como él mismo recuerda, se reconoce en la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención de Berna, y otros tratados internacionales.
Os apuntamos, a continuación, una frase de las declaraciones de cada uno de los autores que han participado, pero os recomendamos la lectura completa, que es breve pero muy interesante:
Elinor Sisulu (Sudáfrica): «Como consecuencia de las excepciones al copyright, las bibliotecas, los archivos y las instituciones educativas sí pueden gastar menos en el contenido pero recibirán obras de menos variedad y de calidad inferior».
Profesor Ahmad Al Safi (Sudán): «La reputación de los autores sudaneses se ha degradado, los movimientos culturales y científicos han sido bloqueados y la actividad y viabilidad intelectual del país ha sufrido enormemente. La calidad, cantidad u diversidad de los productos intelectuales han decaído rápidamente en los últimos años».
Carlos Oriel Wynter Melo (Panamá): «Si bien Panamá firmó la Convención de Berna y ha ratificado varios tratados, tiene una infraestructura institucional muy laxa […].No podemos quedarnos indiferentes, dadas las consecuencias a largo plazo: falta de respeto a los derechos de autor y a los principios morales fundamentales de competencia y cooperación».
Harry Thurston (Canadá): «El público lector debe entender que, si quiere disfrutar la obra imaginativa de nuestros escritores en el futuro, la tendrá que pagar: al por menor (virtual y real), en línea, en el sistema educativo y en nuestras instituciones públicas, como las bibliotecas y los archivos».
Mandy Martin (Australia): «Hasta pequeños fondos generados del reconocimiento de los derechos de los artistas por el copyright son importantes y contribuyen al apoyo de los artistas cuyos ingresos, en general, son muy bajos».
Mike Sambalikagwa Mvona (Malawi): «Muchos escolares y estudiantes, sobre todo en las escuelas secundarias y universidades, copian libros enteros, especialmente libros de texto, en lugar de comprar los libros reales, para ayudarse a aprobar un examen. Esta situación les priva a los autores de su recompensa económica. El resultado es que muchos de ellos mueren indigentes».
Girish Rathna (India): «Dado que las bibliotecas, los archivos y las instituciones educativas ya recogen grandes beneficios en la India de las excepciones en los tratados actuales, uno debe vigilar con mucha atención los nuevos tratados propuestos, que podrían perjudicar en gran medida a los autores y a las editoriales».
Sophie Masson (Australia): «Si creemos sinceramente que la educación es un derecho, también deberíamos creer que los niños tienen el derecho a una vida imaginativa, ya que las dos cosas están íntimamente conectadas. Empobrecer –y así, quizá, silenciar- a los autores que añaden a la textura de esta vida imaginativa no dará el poder a los lectores jóvenes en todo el mundo. NI muchos menos».
El documento del FIA recoge, además, las consecuencias que han tenido las decisiones políticas en torno a los derechos de propiedad intelectual en algunos países, como Canadá, Zimbabue o el Reino Unido.
El informe concluye de una forma ingeniosa. Se trata de una imagen (la que aparece debajo de este párrafo) cargada de ironía, pero suficientemente explicativa de lo que puede ocurrir con la cultura si no se protege debidamente a quienes la hacen posible.
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