Cervantes, libros y derechos de autor

15/04/2016

Cervantes, libros y derechos de autor

Por Magdalena Vinent, directora general de CEDRO*

«Retráteme el que quisiere —dijo don Quijote—, pero no me maltrate.» Eso fue lo que dijo el personaje más célebre de Miguel de Cervantes sobre la copia que hizo Avellaneda. 

Traigo a colación esta cita, en primer lugar, para sumarme a la celebración de este año cervantino y, en segundo, porque refleja muy bien el espíritu de la actual Ley de Propiedad Intelectual, que permite la copia pero que no se maltrate a la obra y a sus autores.
La figura de Cervantes, por su trayectoria vital, su obra y su universalidad, es incontestable y por ese motivo solemos recurrir a ella para reivindicar muchas cuestiones que están relacionadas con el derecho del autor a vivir de su obra y al reconocimiento de su propiedad intelectual.
La fecha de su fallecimiento, de la que este año celebramos el cuarto centenario, es la excusa por el que cada 23 de abril celebramos desde 1995, y por petición de la Unesco, el Día Mundial del Libro y del Derecho de autor.
Se trata de un homenaje universal a los libros y a sus creadores. Y en palabras de esta organización al libro «como puerta de acceso a la diversidad de las culturas y como instrumento de diálogo » pero también «como fuente de ingresos materiales y obra de creadores protegidos por el derecho de autor».
La dimensión patrimonial del derecho de autor es la que permite que el libro sea el pilar para que los autores puedan obtener una remuneración por su obra. Pero, además, este hecho, que el autor sea remunerado por su actividad creadora, es un factor determinante para la generación de conocimiento científico, técnico y literario y, consecuentemente, para la innovación.
En esta cadena de efectos positivos del derecho de autor, en su más amplia concepción, no podemos olvidar su aportación al mercado laboral y al Producto Interior Bruto.
Nuestra legislación parece reconocer este aspecto clave de los derechos de autor como un motor de creación de riqueza cultural, social y económica. Sin embargo todavía estamos lejos de que la cultura y la propiedad intelectual que la sostiene sean entendidas como estratégicas para el país y, por tanto, una cuestión de Estado.

Celebremos muchos 23 de abril y recordemos que el capital intelectual es el más importante en las sociedades desarrolladas y democráticas.

Pie de foto: Magdalena Vinent. Autor de la foto: Fernando Moreno. 
* Artículo publicado en la revista Qué Leer, en su número del mes de abril.

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